Paciencia
El Espidifén es mi medicamento favorito, el único que tomo sin reparos, el que me acompaña en todos mis momentos de dolor y resaca, en su versión Espidifiés.
Sólo encontraba en él una pega, y no es el sabor, que me encanta, es que tiene serios problemas de disolución.
Por mucho que lo muevas, nunca acaba de disolverse, y echas un poquito más de agua, y lo remueves, pero siempre quedan esos restitos que te hacen pensar:”¿y si son justo estos granulitos los que necesito para que se me pase este insoportable dolor?” o “sin estos granulitos no se me pasa la resaca ni de coña”.
Pues hoy, mi padre, que es un hombre muy tranquilo, mientras me preparaba mi brebaje me ha dicho: “espérate, déjalo que repose. Y muévelo con cariño”.
Y yo le he hecho caso, porque si yo tomo Espidifén, él más.
Y al ratito, ahí estaba: ¡totalmente disuelto! Y sin perder las vitaminas.
Cómo son estos padres, de todo saben.